Los muertos de la arena

La novela comienza con una escena de persecución y un asesinato. El cadáver es arrojado a un camión con arena. Luego de esto, en el primer capítulo, nos encontramos con el lacónico Jorge Lucantis, quien nuevamente se verá envuelto, sin proponérselo, en una intriga policial. De regreso en Buenos Aires, luego de su aventura en la ciudad de Rosario narrada en El doble Berni, Lucantis se encuentra aceptando una invitación a un Congreso Cultural en la ciudad de Puerto Madryn. Al llegar allá es recibido por Julio Trenet, un empleado de la empresa que organiza el evento, quien se encargará de mostrarle la ciudad y de quien se hará amigo. Ya instalado en el hotel, en la mañana del segundo día en Puerto Madryn, verá por la ventana del bar, mientras desayuna, cómo un camión descarga arena en una obra en construcción. Todo cambiará cuando de entre la arena Lucantis descubra el brazo de un cadáver. A partir de ahí, mientras paralelamente acompañamos a Lucantis en su asistencia al congreso, iremos descubriendo que ese muerto no es el primero, sino que pertenece a una serie de crímenes en los que el único punto de conexión es que todos los cadáveres son encontrados en la arena o con arena en los bolsillos. Mientras Lucantis y su nuevo amigo Trenet elaboran teorías, la novela nos mostrará al verdadero asesino, Hugo Krass, un compañero de trabajo de Trenet, brillante y obsesivo. Aunque los asesinatos parecen desconectados entre sí, no lo están. Todos los muertos están relacionados con una intriga de carácter internacional, vinculado con las nuevas tecnologías. De una u otra forma los muertos estaban relacionados con la búsqueda de coltán en la Patagonia argentina, un nuevo mineral que reemplazaría al silicio en la fabricación de componentes electrónicos avanzados. Hugo Krass, que entre sus rarezas es un devoto de la arena, intentará impedir este desembarco. Finalmente, Trenet, tan brillante y devoto de la informática como el asesino, descubrirá la conexión entre los muertos. Apoyado por Lucantis, irá a enfrentar a su compañero de trabajo y rival. Una última jugada con un reloj de arena, hará que Krass desespere y muera. Lucantis, aunque la muerte de Krass parezca un accidente, descubrirá que fue inducida por su amigo Trenet, y decidirá callar. Mientras tanto, en África, los mafiosos que intentaban desembarcar en la Argentina, renunciarán a hacerlo sin darle importancia a lo sucedido, para buscar el coltán en otra parte.